Narración: En la peluquería, Kjell Askildsen

Askildsen es uno de los grandes maestros de la narrativa breve actual y, tal vez, el más conocido autor noruego. Sus aspectos más característicos son la brevedad y la concisión formal -frases cortas, estilo preciso y sencillo- para expresar la soledad, la incomunicación, la vida desolada de los hombres en la absurda “sociedad del bienestar”. El cuento seleccionado pertenece a Últimas notas de Thomas F. para la humanidad, libro compuesto por una serie de relatos muy cortos cuyo protagonista es un anciano de más de ochenta años que vive solo, desengañado y decepcionado. Mediante un lúgubre monólogo, en estos breves textos va anotando las experiencias y reflexiones que el frío y solitario vivir de cada día le suscitan y que se pueden resumir en indiferencia, desengaño y soledad.



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Cuento breve: En el café , Kjell Askildsen



EN EL CAFÉImagen-animada-Cafe-05

Kjell Askildsen



Una de las últimas veces que estuve en un café fue un domingo  de verano, lo recuerdo bien, porque  casi todo  el mundo iba en mangas de camisa y sin corbata, y pensé: tal vez no sea domingo, como yo creía, y el hecho de que pensara exactamente eso hace que me acuerde. Me senté a una mesa en medio del local, a mi alrededor había mucha gen­te tomando canapés y bollos, pero casi todas las mesas estaban ocupadas por una sola persona. Daba una gran impresión de soledad, y como llevaba mucho tiempo sin hablar con nadie, no me habría importado intercambiar unas cuan­tas palabras  con alguien. Estuve meditando un buen rato sobre cómo hacerlo, pero cuanto más estudiaba las caras a mi alrededor, más difícil me parecía, era como si nadie tuviera mirada, desde luego el mundo se ha vuelto muy deprimente. Pero ya había tenido la idea de que sería agradable que alguien me dirigiera un par de palabras, de modo que seguí pensando, pues es lo único que sirve. Al cabo de un rato supe lo que haría. Dejé caer mi cartera al suelo fingiendo que no me daba cuenta. Quedó tirada junto a mi silla, completamente visible a la gente que estaba sentada cerca, y vi que muchos la miraban de reojo. Yo había pensado que tal vez una o dos personas se levantarían a recogerla y me la darían, pues soy un anciano, o al menos me gritarían, por ejemplo: «Se le ha caído la cartera». Si uno dejara de albergar esperanzas,  se ahorraría  un  montón  de decepciones. Estuve unos cuantos minutos mirando de reojo y esperando, y al final hice como si de repente me hubiera dado cuenta de que se me había caído. No me atreví a esperar más, pues me entró miedo de que alguno de aquellos mirones se abalanzara de pronto sobre la cartera y desapareciera con ella. Nadie podía estar completamente seguro de que no contuviera un montón de dinero, pues a veces los viejos no son pobres, incluso puede que sean ricos, así es el mundo, el que roba en la juventud o en los mejores años de su vida tendrá su recompensa en su vejez.

Así se ha vuelto la gente en los cafés, eso sí que lo aprendí, se aprende mientras se vive, aunque no sé de qué sirve, así, justo antes de morir.

Últimas notas de Thomas F. para la humanidad (Thomas F’s siste nedtegnelser til almenheten, 1983)



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Narración: Cuando la rama se quiebra, un cuento de Ray Bradbury

Este relato es precioso, me da mucho gusto poder narrarlo ya que es un libro que no es tan sencillo de conseguir y que mejor que dar una pequeña muestra de la narrativa del autor que esta historia sobre un matrimonio que tiene muchos matices, espero les guste y me dejen sus comentarios.



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El suicida, cuento de Enrique Anderson Imbert

anderson_imbertEnrique Anderson  Imbert fue un narrador y crítico literario argentino, autor de un ensayo fundamental, Historia de la literatura hispanoamericana (1954) y de cuentos breves reunidos en diversas antologías, destacan: El gato de Chesire,  La locura juega al ajedrez (1971) y La botella de Klein (1975). Aquí una muestra del género del que solía hacer acopio, el realismo mágico.



El SUICIDA



Al pie de la Biblia abierta -donde estaba señalado en rojo el versículo que lo explicaría todo- alineó las cartas: a su mujer, al juez, a los amigos. Después bebió el veneno y se acostó.

Nada. A la hora se levantó y miró el frasco. Sí, era el veneno.

¡Estaba tan seguro! Recargó la dosis y bebió otro vaso. Se acostó de nuevo. Otra hora. No moría. Entonces disparó su revólver contra la sien. ¿Qué broma era ésa? Alguien -¿pero quién, cuándo?- alguien le había cambiado el veneno por agua, las balas por cartuchos de fogueo. Disparó contra la sien las otras cuatro balas. Inútil. Cerró la Biblia, recogió las cartas y salió del cuarto en momentos en que el dueño del hotel, mucamos y curiosos acudían alarmados por el estruendo de los cinco estampidos.

Al llegar a su casa se encontró con su mujer envenenada y con sus cinco hijos en el suelo, cada uno con un balazo en la sien.

Tomó el cuchillo de la cocina, se desnudó el vientre y se fue dando cuchilladas. La hoja se hundía en las carnes blandas y luego salía limpia como del agua. Las carnes recobraban su lisitud como el agua después que le pescan el pez.

Se derramó nafta en la ropa y los fósforos se apagaban chirriando.

Corrió hacia el balcón y antes de tirarse pudo ver en la calle el tendal de hombres y mujeres desangrándose por los vientres acuchillados, entre las llamas de la ciudad incendiada.



Imagen de cabecera: El suicida (1877) de: Edouard Manet

Narración oral: Estado de sitio, un cuento de Elena Poniatowska

Este cuento tiene una intensidad y una desesperación únicas, un cuento corto que transmite mucho, espero les guste escucharlo, les espero en los comentarios.

Un abrazo, Gaby.

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La Dote, relato de Guy de Maupassant. (Pdf)

Leer un cuento de Guy de Maupassant es una delicia literaria, este escritor tuvo un acervo bastante considerable es su haber, este relato nos narra la luna de miel de unos recién casados, los primeros amores, la pasión y la credulidad. Un relato corto, si no has leído a Maupassant este es un buen inicio.

La dote. Guy de Maupassant

 

Narración oral: Revolución, cuento de Slawomir Mrozek

Hoy les comparto una nueva narración, esta es una muy buena historia, un cuento muy muy breve y divertido. Gracias por escucharme.

Un abrazo, Gaby.

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El Disco, cuento de Jorge Luis Borges

EL DISCO
Jorge Luis Borges

Soy leñador. El nombre no importa. La choza en que nací y en la que pronto habré de morir queda al borde del bosque. Del bosque dicen que se alarga hasta el mar que rodea toda la tierra y por el que andan casas de madera iguales a la mía. No sé; nunca lo he visto. Tampoco he visto el otro lado del bosque. Mi hermano mayor, cuando éramos chicos, me hizo jurar que entre los dos talaríamos todo el bosque hasta que no quedara un solo árbol. Mi hermano ha muerto y ahora es otra cosa la que busco y seguiré buscando. Hacia el poniente corre un riacho en el que sé pescar con la mano. En el bosque hay lobos, pero los lobos no me arredran y mi hacha nunca me fue infiel. No he llevado la cuenta de mis años. Sé que son muchos. Mis ojos ya no ven. En la aldea, a la que ya no voy porque me perdería, tengo fama de avaro pero ¿qué puede haber juntado un leñador del bosque?

Cierro la puerta de mi casa con una piedra para que la nieve no entre. Una tarde oí pasos trabajosos y luego un golpe. Abrí y entró un desconocido. Era un hombre alto y viejo, envuelto en una manta raída. Le cruzaba la cara una cicatriz. Los años parecían haberle dado más autoridad que flaqueza, pero noté que le costaba andar sin el apoyo del bastón. Cambiamos unas palabras que no recuerdo. Al fin dijo:

– No tengo hogar y duermo donde puedo. He recorrido toda Sajonia. Esas palabras convenían a su vejez. Mi padre siempre hablaba de Sajonia; ahora la gente dice Inglaterra.

Yo tenía pan y pescado. No hablamos durante la comida. Empezó a llover. Con unos cueros le armé una yacija en el suelo de tierra, donde murió mi hermano. Al llegar la noche dormimos.

Clareaba el día cuando salimos de la casa. La lluvia había cesado y la tierra estaba cubierta de nieve nueva. Se le cayó el bastón y me ordenó que lo levantara.

– ¿Por qué he de obedecerte? – le dije.

– Porque soy un rey – contestó.

Lo creí loco. Recogí el bastón y se lo di.

Habló con una voz distinta.

– Soy rey de los Secgens. Muchas veces los llevé a la victoria en la dura batalla, pero en la hora del destino perdí mi reino. Mi nombre es Isern y soy de la estirpe de Odín.

– Yo no venero a Odín – le contesté -. Yo venero a Cristo.

Como si no me oyera continuó:

– Ando por los caminos del destierro pero aún soy el rey porque tengo el disco. ¿Quieres verlo?

Abrió la palma de la mano que era huesuda. No había nada en la mano. Estaba vacía. Fue sólo entonces que advertí que siempre la había tenido cerrada. Dijo, mirándome con fijeza:

– Puedes tocarlo.

Ya con algún recelo puse la punta de los dedos sobre la palma. Sentí una cosa fría y vi un brillo. La mano se cerró bruscamente. No dije nada. El otro continuó con paciencia como si hablara con un niño:

– Es el disco de Odín. Tiene un solo lado. En la tierra no hay otra cosa que tenga un solo lado. Mientras esté en mi mano seré el rey.

– ¿Es de oro? – le dije.

– No sé. Es el disco de Odín y tiene un solo lado.

Entonces yo sentí la codicia de poseer el disco. Si fuera mío, lo podría vender por una barra de oro y sería un rey.

Le dije al vagabundo que aún odio:

– En la choza tengo escondido un cofre de monedas. Son de oro y brillan como el hacha. Si me das el disco de Odín, yo te doy el cofre.

Dijo tercamente:

– No quiero.

– Entonces – dije – puedes proseguir tu camino.

Me dio la espalda. Un hachazo en la nuca bastó y sobró para que vacilara y cayera, pero al caer abrió la mano y en el aire vi el brillo. Marqué bien el lugar con el hacha y arrastré el muerto hasta el arroyo que estaba muy crecido. Ahí lo tiré.

Al volver a mi casa busqué el disco. No lo encontré. Hace años que sigo buscando.

Narración oral: Francisca y la muerte, cuento popular cubano

Les comparto una narración de un cuento popular cubano que trata la temática de la muerte, con tintes bastante chuscos y esa insistencia por humanizar a la temida «huesuda», gracias por escucharme y espero les guste. Abrazos, Gaby

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Narración oral: El Recardo, cuento de Elena Poniatowska

Buen día, hoy quiero compartirles una narración más, si, de Elena P. (de nuevo), prometo solemnemente que las próximas narraciones serán de diferentes autores, este cuentito en particular es breve y muy bonito, espero lo disfruten y les guste la trama como a mí. Besos, Gaby.

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